martes, 24 de marzo de 2015

Obras mas Importantes

Desde un punto de vista formal, los fotogramas pertenecen claramente a la categoría del arte abstracto. Realistas en cuanto a su fabricación material -dado que es absolutamente necesario el uso de objetos concretos para su realización-, una vez terminada la obra, parecen formar parte de una estética "no figurativa".
Los materiales utilizados raras veces son identificables y han sido dispuestos de tal forma que imposibilitan cualquier referencia al mundo real; diversas indicaciones inscritas por la mano del artista al dorso de las obras señalan que no se les atribuye ninguna posición precisa en su presentación. El fotograma no es una copia, sino una transmutación de lo real, y en primer lugar, del fenómeno de la luz. Cuando Moholy-Nagy habla de que la fotografía y el fotograma "dan forma a la luz", para él, la mejor manera de lograr ese objetivo es canalizar el fenómeno en sí mismo y por sí mismo, jugando únicamente con formas puras. La abstracción del fotograma está pues vinculada deliberadamente a los envites pictóricos de la época, pero también a los propios collages y fotografías de Moholy-Nagy, y sobre todo a su obra pintada. Las superposiciones que crea con materiales traslúcidos y transparentes tienen su origen en la técnica del fotomontaje, con sus transparencias, sus relaciones de formatos y de escalas, inversiones de positivos y negativos: ciertos efectos de luminosidad y de toma de vista son comparables a lo que el artista hace en fotografía al encuadrar personajes proyectando sobre ellos la sombra de una reja, o tomándolos en contrapicado. Ciertamente, los fotogramas poseen su novedad y su calidad intrínseca, y las innovaciones que permiten no podrían obtenerse por otros medios, pero con estas exploraciones plásticas, Moholy-Nagy se limita a subrayar la amplitud de su proyecto: transformar la visión supone que se opere en todos los dominios a gran escala y no sólo en un ámbito determinado. Si comparamos los rasgos formales de las pinturas abstractas realizadas simultáneamente a los fotogramas, entre los años veinte y treinta, nos sorprenderá descubrir las similitudes plásticas entre dos medios tan distintos. Los dos tipos de obra pueden dividirse rudimentariamente entre formas orgánicas y formas geométricas, y a menudo comportan estructuras, líneas y composiciones que podrían pertenecer, si no fuera por la disparidad de la técnica utilizada, indistintamente a la pintura o al fotograma.
Aunque siempre mantuvo que el fotograma era "una escritura y un dibujo de la luz", o que permitía "pintar con la luz", la preocupación de Moholy-Nagy no se reducía simplemente a cambiar de herramienta y hacer con la luz lo que antes se hacía con un lápiz o un pincel. Las conquistas estéticas de la luz eran en realidad una manera de transformar nuestra relación con la pintura y el dibujo,
y con todo lo que concierne a la pictórica tradicional. Estática, frontal, bidimensional, la pintura ya no correspondía a la "visión en movimiento" concebida por Moholy-Nagy, que pretendía en cambio integrar el tiempo, los desplazamientos, la "polisensorialidad" y la pluridimensionalidad para que la obra de arte fuera una de las vías capaces de conducirnos hacia el hombre nuevo. Abrir aún más la mirada a un mundo hasta entonces desconocido y revelado gracias a los fotogramas no sería una simple metáfora en la descripción del proyecto de este artista. Por su naturaleza, los fotogramas pueden valer tanto como la definición de toda su estética: partir de lo real para alcanzar una realidad enriquecida y distinta, es decir, otra realidad.

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